Literatura: El pseudo Descartes en Borges

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Fri 22nd Aug, 2014


"No corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa (...) la diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia, pues la poesía dice más bien lo general y la historia, lo particular".
Aristóteles

Descartes busca afanosamente una verdad indubitable, un camino universalmente abierto a todos los que participen de la razón y del buen sentido.
"He advertido hace a algún tiempo que, desde mi más temprana edad, había admitido como verdaderas muchas opiniones falsas, y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos tenía que ser por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso emprender seriamente, una vez en la vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces había dado crédito, y empezar de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las ciencias".

 
Declara en primer término que no aceptará como verdadera ninguna cosa que no se sepa con evidencia que lo es. En segundo lugar explica que es necesario "Dividir cada dificultad en cuentas partes sea posible y en cuantas requiera su mejor resolución". Como tercera proposición plantea: "Conducir ordenadamente los pensamientos", empezando por los objetos más simples y fáciles de conocer para ascender gradualmente a los más complejos. Por último, sostiene en su cuarta proposición: "hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales que se llegue a estar seguro de no omitir nada". Estás cuatro reglas definen las características principales del método cartesiano.


Para el filósofo, no puede aceptarse en principio ninguna verdad a menos que sea evidente, asimismo la evidencia debe ser clara y distinta. En consecuencia toda formulación verdadera se compone en base a evidencias o nociones relacionadas con ella. El espíritu se encargará se encargará de distinguir lo simple de lo compuesto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Descartes quiere fundamentar que el espíritu por ser sujeto pensante posee en sí mismo, ideas innatas con las cuales trabaja el pensamiento, el cual deduce por ellas, mediante relación y comparación. Este trabajo insobornable tiene como regla su "duda metódica" que va eliminado gradualmente cuantas objeciones se le presentan.
Descartes procede a dudar de todo, no sólo del mundo sensible sino también de las verdades matemáticas. Este proceso de la duda alcanza su extremo en la hipótesis del "Genio Malino".


Señala: "Pudiera existir un genio maligno omnipotente que se propusiera engañar al hombre en todos sus juicios, inclusive en aquellos que, como los matemáticos, parecen estar fuera de toda sospecha". Llevado a cabo este proceso de duda advierte que hay algo que no puede dudar.
La duda tiene como límite infranqueable, una evidencia, el "Ergo Cogito Sum": Yo pienso, luego yo existo, yo soy por lo tanto una cosa pensante, algo que permanece ante la duda. El cógito es la evidencia singular, la idea clara y distinta.


Jorge Luis Borges escribió en su libro La cifra (1981) el poema Descartes, que paso a analizar:

Descartes
Soy el único hombre en la tierra y acaso no haya tierra ni hombre
Acaso un dios me engaña.
Acaso un dios me ha condenado al tiempo, esa larga ilusión.
Sueño la luna y sueño mis ojos que perciben la luna.
He soñado la tarde y la mañana del primer día.
He soñado a Cartago y a las legiones que desolaron Cartago.
He soñado a Lucano.
He soñado la colina del Gólgota y las cruces de Roma.
He soñado la geometría.
He soñado el punto, la línea, el plano y el volumen.
He soñado el amarillo, el azul y el rojo.
He soñado mi enfermiza niñez.
He soñado los mapas y los reinos y aquel duelo al alba.
He soñado el inconcebible dolor.
He soñado mi espada.
He soñado a Elizabeth de Bohemia.
He soñado la duda y la certidumbre.
He soñado el día de ayer.
Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido.
Acaso sueño haber soñado.
Siento un poco de frío, un poco de miedo.
Sobre el Danubio está la noche.
Seguiré soñando a Descartes y a la fe de sus padres.

Es necesario tener en cuenta dos características de la obra literaria de Borges. La primera, según propia confesión, es "riesgosamente autobiográfica"; la segunda, considera a la filosofía como una rama de la literatura fantástica.

Bajo esta perspectiva, subjetiva y esencialmente estética, es que deben interpretarse las alusiones al pensamiento del filósofo francés en este bello poema.
El célebre cógito aparece aquí desplazado al mundo onírico,

"Sueño la luna y sueño mis ojos que perciben la luna".

El poeta parece querer decir: Sueño, por lo tanto, mi existencia es irreal. A diferencia de Descartes que sostiene que él mismo es una sustancia pensante, Borges sugiere una sustancia soñante; es decir, disuelve la certidumbre que la conciencia inmediata de la existencia da al argumento de Descartes, por medio de la irrealidad del sueño.
"He soñado la duda y la certidumbre".

El poeta hace una caprichosa, pero valida literariamente, transformación del pensador francés en el sabio chino que soñó ser una mariposa sin poder determinar luego, si él mismo no sería soñado por una mariposa.
El dominio de lo soñado alcanza aun el reino de los entes matemáticos:

"He soñado la geometría.
He soñado el punto, la línea, el plano y el volumen".


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